ADIÓS
PROFESOR EUFRASIO
Profesor Eufrasio: son
muchas las palabras que quisiéramos dirigirle, como retribuyendo, en gran
medida, el hostigamiento de sus escritos. Pero seremos breves para evitar caer
en la falacia ad hominem, la que
usted tanto desprecia pero a la que tantas veces acudió.
Su administración nos deja
un sinsabor. Usted desaprovechó la oportunidad que tuvo para canalizar todo su
potencial académico-administrativo en el Instituto, por dedicarse a ser el
rostro visible de un Rector oculto y secundar todas sus determinaciones. Estos es
un verdadero despropósito en un académico de la Filosofía llamado a sostener
siempre su independencia y la luz de la verdad. Usted deslegitimó su autorizado
discurso al supeditar sus argumentos al querer de la administración,
agotándolos y exponiéndolos a la zumba murmurosa de gran parte de la comunidad
universitaria.
Sólo anhelábamos una única
cosa: Democracia. Expresión misma que significa transparencia, inclusión
participación, concertación entre los diferentes. Esa que no es homogenizante,
monolítica ni vertical. Esa que se construye en humildad, debate puro y
reconocimiento. Esa que usted nunca fue capaz de entender ni de animar. Argumentos
tendrá para salir en su propia defensa, pero como bien reza el dicho popular “Las
cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas, se dicen solas” y esta
administración suya que hoy termina fue solo palabra vencida.
Entendemos la filosofía como
búsqueda de sabiduría, es decir, como acto de debilidad en busca de una
fortaleza; la sabiduría que no se tiene, debe alcanzársela por los medios
dispuestos. Al no tener conocimiento, tratamos de hallarle siempre en el
estudio y trabajo cotidiano en el taller de las ideas. Déjenos afirmar, que si
existe algo que pesará sobre los hombros del Instituto y la enfermedad ególatra
y corrupta que dejó incubar en estos malogrados años, es la manera en que cedió
su dignidad propia al “poder” de los intereses personales.
Como estudiantes comunes no
divisamos su liderazgo dentro del Instituto, por el contrario, pensamos que
usted cedió el lugar que le correspondía, nos da por pensar que al “brillante
grupo de jóvenes” como alguna vez llamó usted a los partícipes del relevo
generacional. Lo que se percibe de las conversaciones en los pasillos y en las
cafeterías con compañeros estudiantes, egresados, y hasta de profesores, dan fe
del descontento en un amplio sector de la comunidad del Instituto con respecto
al rumbo que tomó el mismo bajo su administración.
Su comunicación con los
estudiantes fue lacónica y desabrida, no se preocupó por abrir los canales
apropiados para poder aportar, desde nuestra perspectiva, a la construcción de
nuestra Unidad, limitándolos a los conductos estrictamente necesarios. Y desde
luego, nos quedamos esperando la deferencia para con nosotros de citarnos y
dialogar sobre lo que se desarrolló en su administración.
Claro está, profesor, que no
todo es negativo, reconocemos su esfuerzo en apoyar un considerable número de
publicaciones de libros, el impulso del programa en las regiones y la
realización de importantes eventos académicos solo por anotar algunos de sus
logros.
Como colectivo de
estudiantes, le agradecemos la disposición que siempre nos mostró aunque muchas
veces se haya quedado en una buena voluntad, por recibirnos en su oficina
cuando lo requerimos, por el envío masivo de nuestras comunicaciones, por el
dinero para algunas actividades. No obstante, le recordamos con decepción.
Adiós Profesor Eufrasio, le
deseamos buena suerte en sus empresas.
Mesa de Trabajo del
Instituto de Filosofía.